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Arquitectos: Cruz y Ortiz Arquitectos, Giraudi & Wettstein; Cruz y Ortiz Arquitectos, Giraudi & Wettstein
- Área: 6000 m²
- Año: 2003
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Fotografías:Duccio Malagamba Fotografía de Arquitectura
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La Estación de Basilea es un edificio de final del s. XIX, que incluye un imponente hall de viajeros y grandes marquesinas metálicas sobre los andenes, todo ello bajo protección monumental. La conexión del hall con los distintos andenes se establecía a través de un paso subterráneo que se prolongaba además hasta alcanzar la parte de la ciudad situada al otro lado de la zona ferroviaria.
El proyecto ejecutado ha supuesto la sustitución de ese paso subterráneo por una pasarela elevada, que se inicia con una gran apertura en el hall, se desarrolla bajo y ante las grandes marquesinas existentes, y termina en una plaza de nueva formación en su otro extremo. Además de las conexiones a los distintos andenes – actuales y futuros – la pasarela incluye servicios y comercios, rematando junto a la mencionada plaza en un importante volumen destinado en exclusiva a uso comercial. Bajo la plaza se ha construido un aparcamiento subterráneo de varias plantas.
Toda la obra ha sido ejecutada sin alterar el intenso funcionamiento diario de la estación, lo que ha obligado a construir la gran losa inferior de hormigón más allá del haz de vías para desplazarla posteriormente – sobre las vías, andén por andén – hasta alcanzar el hall de la antigua estación. Este proceso laborioso y difícil, llevó a la adopción de una planta muy estricta y extremadamente vinculada a los numerosos problemas a resolver, finalmente concretada en un rectángulo de 185 x 30m que sólo se dilata en la proximidad del hall existente para coincidir en dimensión con el gran arco de su cubierta.
Como siempre fue históricamente en las estaciones de ferrocarril, ha sido en la sección y más concretamente en la de la cubierta, donde ha sido posible disfrutar de un mayor grado de libertad. La cubierta, tras cabalgar sobre las marquesinas existentes, baja en su zona central para volver a elevarse en la cabeza sur de la pasarela, o bien bajar dramáticamente para acompañar a los viajeros hasta la nueva plaza. Una larga serie de dinteles perpendiculares al sentido de la marcha, se inicia en la apertura del muro sur del hall de la antigua estación, reforzando el carácter secuencial del espacio interior. Así, la cubierta, la silueta de la misma en concreto, ha permitido finalmente una cierta libertad caligráfica y añadir – siquiera sea en el último momento –un gesto propio que al mismo tiempo dota al edificio de la singularidad formal acorde con su importante papel urbano.